miércoles, 23 de abril de 2014

ALWAYS


       Y cuando volvió ya nada era igual. Aunque la mesa era la misma donde ambos se robaban las palabras, aquella de la esquina que a ella tanto le gustaba, al lado del gran ventanal desde el que contemplaba la bulliciosa calle Alcalá, que les invitaba a vivir intensamente.
       Un café solo, su belleza que era un regalo para sus ojos entonces ansiosos de vida...y el espacio lleno de su sonrisa. Un contrato de silencio lleno de palabras no dichas entre los dos y el camarero testigo insobornable de su historia de amor.
Cuando volvió ya nada era igual, porque habían descolgado el cuadro de su amada Audrey  y lo habían sustituido por un espejo, que lo único que le devolvía era una imagen desconocida de si mismo, que le recordaba sin palabras que ya nada era igual.





2 comentarios:

  1. Me encantó eso de "un contrato de silencio lleno de palabras no dichas...."
    Un beso

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    1. Me alegro de que te guste...a este relato le tengo mucho cariño...

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