Tenía prohibido abrir aquella puerta, pero esa de noche de luna llena el carcelero dejó salir a todos los que le habían hablado de sus hijos, esos niños de teta o de caballitos de cartón. Llevaba días leyendo las nanas de la cebolla y veía en cada uno de los presos a Miguel, escribiendo "Tu risa me hace libre, me pone alas, soledades me quita, cárcel me arranca..."
Y esa noche de luna se hizo más libre,mientras soñaba las risas de todos los encuentros venideros.
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